Es
probable que alguna vez te hayas planteado esta curiosa realidad. Y es que
nunca dejamos de mantener un diálogo interno, a través del cual examinamos
nuestro mundo interior y exterior.
Ese diálogo interno es el que nos permite integrar y dar sentido
a los hechos que acontecen a nuestro alrededor, por lo que ya puedes imaginar
la importancia que tiene este y lo determinante que es en nuestro estado
afectivo y mental.
Así, aunque nos puede dar la sensación de que esos pensamientos
vienen y se van, lo cierto es que se sucede una constante interacción entre
ellos y cómo actuamos, cómo sentimos y cómo reacciona nuestro entorno.
Entonces, como diría Epícteto, “no nos afecta lo que sucede,
sino lo que nos decimos acerca de lo que sucede”.
Un
diálogo interno saludable, una vida saludable
Las personas controlamos nuestro propio destino, sintiendo y
actuando conforme a nuestros valores y creencias.
Las consecuencias emocionales que se activan a partir de esas
creencias o pensamientos que surgen en nuestro diálogo interno nos adoctrinan
de tal modo que pueden llegar a distorsionar nuestra realidad con potencia.
Algunas de las creencias y pensamientos que contaminan la forma
que tenemos de hablarnos son: la necesidad de tener la aprobación de los demás
a toda costa, lo terrible que es que las cosas no vayan como queremos o la
creencia de que la felicidad puede lograrse por inercia o inacción.
Así, es frecuente que en nuestro diálogo interno pronunciemos
algunas de las frases que nunca deberíamos decirnos:
1. “Debo
tener éxito en todo lo que me proponga”
En esta vida no solo existen ganadores o perdedores. El
pensamiento polarizado de todo o nada no es positivo ni sano para nosotros. De
hecho, el fracaso en la base del éxito.
Recordemos, además, que descubrimientos tan importantes como las
radiografías o la penicilina fueron el resultado de una serie de
equivocaciones.
2. “Si
fallo en esto es que soy un inepto”
Volvemos a lo mismo: errar y fallar son acciones que conforman
el éxito. No tiene sentido pensar “Si me equivoco, fracasaré”. Tienes que darte
la oportunidad y otorgarte el derecho de hacerlo, pues es lo que te permitirá
conseguir lo que te propongas.
3. “Si no
obtengo la aceptación y aprobación de los demás no podré ser feliz”
Este tipo de creencias es de las más comunes. Es importante no
sentirnos rechazados, pero ni es necesario ni es posible que todos nos acepten.
Es una realidad con la que tenemos que vivir y que nos ayudará a aceptarnos a
nosotros mismos.
4. “No
puedo vivir sin ti. Te necesito para ser feliz”
Este tipo de pensamientos tienen su origen en una concepción
errónea del amor y la entrega. El amor debe ser plural, diverso y
desinteresado, por lo que se debe desligar de las necesidades.
Si amor y dependencia coexisten, se destruyen.
5. “No
está de acuerdo conmigo porque no le gusto”
“Los demás no me valoran porque no valgo para nada”. “Mi valía
personal depende de lo que los demás piensen de mí”. Para la mayoría de
nosotros, la crítica es sinónimo de rechazo.
Quizás esto se explica porque no somos buenos en construir
críticas que aporten crecimiento y aspectos positivos. Por ello, las críticas
infundadas deben ser cuestionadas desde un punto de vista racional.
Como Emerson dijo en una ocasión: “no me dejes caer en el vulgar
error de soñar que soy perseguido cada vez que alguien me contradice”.
6. “No
aguanto que los demás me digan lo que tengo que hacer”
Obviamente somos nosotros los que tenemos que asumir la
responsabilidad de nuestras tareas, pero no por ello hemos de cegarnos a la
hora de contemplar los consejos o valoraciones que vengan de otras personas.
Cooperar y colaborar no nos impide validarnos y favorecer
nuestra identidad, sino que nos ayuda a ser mejores gracias a nuestro entorno.
7. “No
soy lo suficientemente bueno”
“No puedo, no merece la pena intentarlo, no lo conseguiré”. Aquí
cabe decirte que no te olvides de una premisa muy importante en tu vida: tanto
si crees que puedes como si crees que no puedes, llegarás a tener razón.
Es decir, que querer es poder y que el primer paso para
conseguirlo es intentarlo, una y otra vez.
Lo que crees te lleva a comportarte de tal manera que se acaba
confirmando lo que tanto tememos, porque nosotros mismos lo provocamos. A esto
se le llama profecía auutocumplida.
8. “No
hay que confiar en nadie, hay que mantenerse siempre en guardia”
Desconfiamos porque sabemos que el ser humano se equivoca,
porque nosotros nos equivocamos, porque queremos protegernos de esos errores.
Probablemente la desconfianza específica tenga su sentido en
determinado momento, pero hay que dejarla atrás cuando ya no es necesaria y
solo nos perjudica. Si no tenemos esto en cuenta y nos cerramos a los demás,
veremos perjudicado nuestro crecimiento.
9. “Soy
mejor que los demás”
Nadie es más que nadie. De hecho, la humildad construye los
cimientos de la decencia y la honorabilidad. Sentirnos superiores a los demás
nos llevará a mantener una actitud prepotente y nada deseable.
Sócrates es conocido como uno de los hombres más sabios de la
historia al que se le atribuye la frase de “yo solo sé que no sé nada”.
¿Contradictorio? Quizás no tanto. Conviene pensar sobre esto.
10. “Soy
un inútil”
No existe la inutilidad. Es más, pensando así o que “no valemos
para nada” solo lograremos desmotivarnos y dejar a un lado nuestras
aspiraciones e intereses.
11. “Ya
no me quiere, me lo merezco”
Aquí lo correcto sería pensar que somos merecedores delo mejor.
Sufrir cuando alguien se aleja de nosotros es inevitable, pero,
volviendo al razonamiento de antes, lo adecuado es que el verdadero amor esté
dentro de nosotros.
Esto será lo único que nos ayude a dejar a un lado las
necesidades afectivas insanas que se mezclan con el mágico sentimiento del
amor.
En definitiva, todas aquellas frases que tienen un trasfondo de
este tipo o que podríamos traducir comenzando por “Debería de hacer”, “debería
de ser” o “tengo que ser” son negativas para nosotros.
Por ello podemos procurar evitar estos pensamientos de esta
manera:
Aceptando solo como realidad aquellos hechos que pueden ser
observados y comprobados. Que un día no nos salga bien algo no quiere decir que
seamos inútiles. Es más, hacemos cientos de cosas en nuestra vida que prueban
que no lo somos.
Aceptando como válidas sólo aquellas proposiciones que se
deriven de forma lógica, sin contradicciones. Si nos permitimos
contradicciones, frustraremos la valoración que hacemos de nuestro yo interno.
Siendo flexibles y estando dispuestos a cambiar las propias
ideas y teorías en función de la nueva información. Las personas debemos
adoptar un tipo de pensamiento flexible y tolerante que nos ayude a sentirnos
mejor sin boicotearnos.
No es adecuado condenar o premiar algo en términos absolutos.
Cuando hacemos afirmaciones categóricas de “todo o nada” estamos
restringiendo la diversidad de nuestro mundo totalmente; esto es, faltando a
nuestra realidad.
Por ello es aconsejable evitar el uso de palabras como todo o
nada, nadie o todos, siempre o nunca.
No es saludable juzgar en términos de esencia sino en términos
de comportamiento. Lo adecuado es decir “estás despistado”, más que “eres
despistado”.
Es importante contemplar nuestros pensamientos y atribuciones
desde una perspectiva de probabilidad y no con certeza ciega. “Es probable que
me cueste conseguirlo, pero lo voy a intentar” es, sin duda, diferente a “no
voy a conseguirlo, nunca podré hacerlo”.
Puedes darte cuenta de que estás distorsionando, pero, sin
embargo, no ser capaz de abandonar tu visión.
Intenta determinar qué factores influyen en lo que te ocurre,
busca siempre interpretaciones alternativas incluso cuando estés muy seguro de
lo que piensas, buscas soluciones, cuestiona la evidencia y contrasta tus
predicciones con la realidad.
Si sientes que tus pensamientos te afectan en demasía y no
puedes controlarlo, acude sin dudarlo a un psicólogo para que te aporte los
recursos que necesitas.
Bibliografía de consulta:
Ellis, A. (2003). Manual de
Terapia Racional Emotiva. Editorial Desclee.
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https://compartiendoluzconsol.wordpress.com/2018/10/29/11-frases-toxicas-que-jamas-deberian-aparecer-en-nuestro-dialogo-interno/
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