Había una vez un Ángel
que sabía que era todo Luz, que era un Ser Divino.
Siempre estaba rodeado
por el infinito Amor de Dios.
Todos los Seres que
estaban con él eran grandiosos y magníficos.
Cada uno era una parte
luminosa y vibrante del Todo.
Nuestro Ángel vivía en
el Absoluto, fuera de la dualidad, de lo relativo. Todo a su alrededor era paz
y armonía, belleza y bienestar. Vibraba en la más alta esfera del Puro Amor.
Así, nuestro pequeño
Ángel, era como una vela encendida en el Sol.
En medio de la más
grandiosa Luz (de la que formaba parte), no podía verse ni experimentarse a sí
mismo.
No podía sentir quién
ni qué realmente era.
Por eso, Dios con su
sabiduría, se acercó y le dijo:
- ¿Sabes querido
Ángel, ¿qué deberías hacer para satisfacer ese anhelo tuyo?
- ¿Qué, Dios mío,
¿dime qué debo hacer? – Preguntó el Angelito.
- Debes separarte del
resto de nosotros – respondió Dios –y luego debes seguir por ti mismo en la
Oscuridad.
- ¿Qué es la Oscuridad
Padre? – preguntó otra vez el Angelito.
- Lo que Tú no eres –
respondió Dios.
- Pero ¿Cómo haré para
experimentarla? – nuevamente preguntó el
Ángel.
- Deberás viajar al
mundo de la materia y ahí experimentarás envidia, egoísmo, traición, dolor y
muchas emociones más de esa índole.
Serás lo que no eres;
pero dentro tuyo siempre habrá un impulso para volver a Mí. En ese camino
experimentarás la oscuridad, deseando siempre volver a la Luz.
- Y Yo como vivo en
Ti, disfrutaré de tu viaje, recreando y recorriendo una vez más la Gloria de MI
SER a través Tuyo.
- Tu voluntad será la
Mía, pues ejercerás el libre albedrío y experimentarás muchas y variadas
emociones. Recuerda que nunca Mi voluntad será la Tuya, Tú debes elegir,
manifestarte y crear, Tú podrás sentir la maravillosa sensación de vivir.
Serás Divinidad
Absoluta experimentándose a sí misma.
Y al final del camino
te estaré esperando como siempre – contestó Dios amorosamente.
El Ángel escuchaba
maravillado. Nacía en él un intenso dese o de comenzar el viaje. El viaje
infinito hacia la Luz.
- ¿Qué aspecto de la
oscuridad deseas experimentar primero? preguntó Dios.
- ¿Puedo elegir uno? –
respondió el Ángel.
- El que desees – afirmó
Dios.
- Entonces elijo el
dolor. Experimentar el dolor más intenso en todo mi ser.
Esto lógicamente
provocó un pequeño problema.
Pues para que nuestro
pequeño Ángel experimentara el dolor,
debería haber por lo
menos otro Angelito, otro Ser Divino que
se lo causara. Y todo
lo creado por Dios es perfección y Amor.
El Ángel miró a su
alrededor y no había nadie capaz de hacer tal cosa. No había ningún Alma menos
perfecta, menos maravillosa
que él.
Sin embargo, entre los
muchos Angelitos que escuchaban esta conversación, uno se acercó y le dijo:
- Yo te ayudaré a que
sientas el dolor más profundo que pueda experimentar tu Ser.
- ¿Por qué deseas
hacer esto? – preguntó nuestro Ángel, que no podía comprender cómo un Ser tan
perfecto deseaba disminuir su vibración al nivel de causar dolor, una emoción de
la oscuridad.
- Muy simple – dijo el
Ángel bondadoso – lo haré porque te amo.
Además, Tú has
hecho lo mismo por mí.
- ¿Lo hice? – preguntó
el Ángel.
- Por supuesto. ¿No lo
recuerdas? Hemos sido Todo de Eso,
Tú y Yo. Hemos sido
del Arriba y del Abajo, de la Izquierda y la Derecha. Hemos sido del Aquí y del
allá, el Ahora y el Entonces.
Hemos sido lo Grande y
lo Pequeño, el Hombre y la Mujer.
Todos hemos sido el
Todo de eso.
- Lo hicimos por acuerdo,
para que cada uno de nosotros pudiera experimentarse a sí mismo como la parte
Suprema de Dios, porque comprendimos que…
- “En ausencia de Eso
que No Eres (la oscuridad), Eso que Eres (la Luz), no es”.
- “En ausencia del
frío, no puedes sentir calor.
En ausencia del dolor,
no puedes ser feliz, sin eso que llaman mal, la experiencia que llaman bien no
puede existir”.
- Si eliges ser una
cosa, algo o alguien opuesto a eso tiene que mostrarse en algún lugar de tu
Universo para hacerlo posible.
A eso le llaman
Dualidad.
- Este ciclo lo hemos
hecho y lo estaremos haciendo eternamente; pero nunca será igual. Similar,
quizá. Siempre estaremos recreándonos junto al Padre. Ahora que has nacido de
nuevo a un nuevo ciclo de vida, lo has olvidado todo, para poder disfrutar una
vez más de la Eterna Verdad. – comentaba cariñosamente el Ángel Bondadoso.
Nuestro Angelito lo
escuchaba sorprendido y ansioso, sin entender demasiado.
- Pero antes te pediré
una cosa a cambio. – dijo el Ángel Bondadoso.
- ¡Cualquier cosa!
¡Cualquier cosa! – respondió nuestro Ángel, entusiasmado al saber que pronto
podría experimentar el dolor.
- En el momento en que
Yo te produzca el dolor más intenso que haya experimentado Tu Ser, por favor
recuerda quién Soy Yo realmente y quién Eres Tú. – solicitó amorosamente el Ángel
Bondadoso.
- ¡Oh, no lo olvidaré!
– prometió nuestro Ángel. – Te veré en la Perfección Divina en la que te tengo ahora
y recordaré quién Soy. Siempre tendré presente este PACTO DE ÁNGELES. Nunca
olvidaré que la única forma de recrear la Luz es experimentando primero la
oscuridad.
Gracias, querido Ángel
por tu servicio.
- ¡Que así sea! –
afirmó el Ángel Bondadoso.
Y así fue. En un
planeta y en un tiempo, en el mundo de la materia, nuestro Angelito se
convirtió en Madre y el Ángel Bondadoso en Su Hijo.
Ambos se amaban
profundamente, casi como recordando su esencia Divina. La vida era hermosa para
ellos.
Su relación era un
canto de Amor. Pasaron los años…
Ambos se comprendían y
ayudaban, hasta que un día, un oscuro día, ese Hijo (nuestro Ángel Bondadoso) repentinamente
murió. Feliz por haber cumplido con la promesa, se desprendió de su cuerpo
físico volviendo a desplegar sus alas.
Mientras tanto,
nuestro Angelito (la Mamá ahora), experimentaba el dolor más intenso que había
soportado su Ser.
Expectante, el Hijo
desde el Cielo, esperaba que su Mamá recordara el pacto que habían hecho; pero
no. El tiempo pasaba y la Mamá sufría intensamente. Su cuerpo y su espíritu
estaban desgarrados. Su dolor era profundo y persistente.
No tenía consuelo. No
recordaba el PACTO DE ÁNGELES.
Fue así como el Ángel
Bondadoso, no soportando más el calvario del Angelito, decidió comunicarse con
otro Ángel que estaba en ese mismo planeta, y le pidió que escribiera una
historia. ESTA HISTORIA…
Esta historia donde
narrara toda la verdad de lo sucedido y luego se la leyera a su Mamá, para
ayudarla a recordar quién era Ella y por qué sentía dolor.
Y eso es lo que estoy
haciendo ahora. Y lo que seguiré haciendo hasta que todos aquellos que han
olvidado… recuerden los pactos que han hecho con Dios.
Me cuentan las voces
del futuro que después de leer muchas veces esta historia, todos los Angelitos
que habían pactado sentir dolor, recordaron. Pudieron almacenar en su memoria espiritual
el dolor y de esa forma disfrutar la felicidad y la alegría más plena del Amor.
Nuestra Mamá y su
Hijo, separados físicamente ahora, volvieron a sonreír y a sentirse bien.
Cuentan, además, que,
tras leer esta narración, muchos; pero muchos Ángeles comenzaron a recordar
todos los pactos que habían hecho entre ellos.
Y en ese planeta,
chiquito, cuyo nombre se me pierde, hubo más Perdón, Solidaridad, Compasión,
Ayuda, Felicidad, Alegría… En fin, más AMOR, mucho, muchísimo más AMOR. ESTO ES
VERDAD. LA VERDAD MÁS ABSOLUTA QUE HAYAS OÍDO. RECUERDEN, SIMPLEMENTE
RECUERDEN QUERIDOS ÁNGELES, PUES A MEDIDA QUE VAYAN RECORDANDO, SE UNIRÁN E IRÁN
VOLVIENDO POCO A POCO A CASA.